Del abrazo:
El mar es tibio, tu piel es agua, en el atardecer, fue tan hermoso, hoy.
En el muelle, tras mis pasos, te acercaste...
Y fue tan hermoso hoy, tan hermoso.
Siempre un abrazo ha sosegado en mí, los caminos inexplorados, las correntadas en las arenas, que desdibujan en mis recuerdos, quien yo era y soy.
Y fue tan hermoso hoy. Tan hermoso, hoy.
El vientre del árbol:
Hojas rubias vi caer a su paso.
Todo lo que es arriba es abajo en ella siempre.
Estas listo para ver.
¿Quién te ha dicho que no podes con tu luz, transmutar el mal en bien?
Envuelve y desenvuelve, en los ciclos de aire que hay en tu vientre...
Hojas rubias vi caer a su paso.
Todo lo que es arriba es abajo en ella siempre.
Respira en su color.
Ella es prisma de todos los perfumes que hay en la tierra de tus pies.
Envuelve y desenvuelve en los ciclos de aire que hay en tu vientre.
Vuelve, despierta al hombre que olvido lo que eres.
Siempre vuelve, siempre vuelve.
La escena de los primeros pasos I y II:
Cuando yo no este todo esto que dejo sera para ti.
El sonar del impacto de este martillo vendrá por mí.
Conocer es el destino de tu mirada ante todo.
La verdad se nutre y vivirá en nuestra sangre, por siempre.
El niño suelta la mano de su padre, su juez, su parca...
Ante mí la vida juega libre, dice, sin pedirme nada.
Miro, escucho, siento lo real, mas no pido que la verdad venga a mi...
No más oculto:
¿Quien es ese hombre y que hace en mi casa?
¿Por que viste mi piel y mis ojos?
¿Qué saca de mi pecho cuando quita la coraza de mis brazos cruzados?
¿Quien es ese hombre y que hace en mi casa?
¿Por que viste mi piel y mis ojos?
¿Qué busca en el fondo de mi voz en el medio de este llanto?
Desde siempre fueron siendo unas tras otras, las agujas, los puñales del reloj.
¿Quien es ese hombre y que hace en mi casa?
¿Por que viste mi piel y mis ojos?
Que canta sonriendo, parece ser alguno de mis pocos recuerdos buenos.
¿Por qué desata el lazo de mis pies y me pide que me anime a buscarlo?
El monstruo que odio ver, vuelve diciendo, cada mañana al nacer…
No más oculto, no más oculto, no más oculto.
Canción fantasma:
Miro entre la luz, soy alguien ahí.
Miro entre la luz... soy alguien ahí.
Ponte en mi ser, vuelve a pasar sobre mi cuerpo, húndete de mí.
Del decir, sabio y amado es, quien descubre su camino en calma.
En calma, estrella de la luz, a tus pies he llegado hasta ti.
Encuentro el agua:
Tengo que transmitir un gesto en el agua que se extienda y viaje hasta ti.
Que eterno es el sentido de mis orillas, y es el encuentro, el arribo al fin.
Alguien dejó París, otro Buenos Aires, en todos los brazos, los hijos se acunan así. Sin distancias en el alma, sin distancias en el agua.
Mirada albática:
Es quizás es principio lo más notable de tu mirada, la instancia anterior al foco, el intenso sentido de tu interés. Las raíces que tu ser desplazan ante mí, un hermoso espacio para que yo habite.
Las raíces...
La mañana, la ventana, el sonido, el destino de mi voz al despertar simplemente.
Dragones:
No temas de esos dragones que hablan sabiamente a tus espaldas. Si no lo sabes es porque son tus ojos una joven chispa. Observa la forma y el filoso susurro que los desplaza. Eso, deja entrar el aire alimenta y suelta. Lo que aprehendiste apenas llegaste ¿acaso lo olvidaste? ¡El aire enciende el fuego!
Tigre de Buenos Aires:
Reposando bajo una sombra que se extiende sobre su lomo, entrecierra los ojos.
El sol entibia con brillos puros, la hierba crece en dirección a esa fuente, que invita a los terrestres para abrazarla. Bajo ella, el agua.
Aguardando entre los pastizales escuchaba siempre el rugir del agua, incesante.
Y hay cosas que uno comprende, el agua es superior al tigre, él acepta de una manera sencilla, el sentido en que se presenta ante el rumbo.
Con la voz en las olas, en el viento, se oía, vente al mar. Con la voz de los peces a través del rió. Miro la sudestada, como crece el tigre en el agua, escuché decir que a poco, se va hundiendo en las inmensidades. (Escuché decir) Al mar...
El mar es tibio, tu piel es agua, en el atardecer, fue tan hermoso, hoy.
En el muelle, tras mis pasos, te acercaste...
Y fue tan hermoso hoy, tan hermoso.
Siempre un abrazo ha sosegado en mí, los caminos inexplorados, las correntadas en las arenas, que desdibujan en mis recuerdos, quien yo era y soy.
Y fue tan hermoso hoy. Tan hermoso, hoy.
El vientre del árbol:
Hojas rubias vi caer a su paso.
Todo lo que es arriba es abajo en ella siempre.
Estas listo para ver.
¿Quién te ha dicho que no podes con tu luz, transmutar el mal en bien?
Envuelve y desenvuelve, en los ciclos de aire que hay en tu vientre...
Hojas rubias vi caer a su paso.
Todo lo que es arriba es abajo en ella siempre.
Respira en su color.
Ella es prisma de todos los perfumes que hay en la tierra de tus pies.
Envuelve y desenvuelve en los ciclos de aire que hay en tu vientre.
Vuelve, despierta al hombre que olvido lo que eres.
Siempre vuelve, siempre vuelve.
La escena de los primeros pasos I y II:
Cuando yo no este todo esto que dejo sera para ti.
El sonar del impacto de este martillo vendrá por mí.
Conocer es el destino de tu mirada ante todo.
La verdad se nutre y vivirá en nuestra sangre, por siempre.
El niño suelta la mano de su padre, su juez, su parca...
Ante mí la vida juega libre, dice, sin pedirme nada.
Miro, escucho, siento lo real, mas no pido que la verdad venga a mi...
No más oculto:
¿Quien es ese hombre y que hace en mi casa?
¿Por que viste mi piel y mis ojos?
¿Qué saca de mi pecho cuando quita la coraza de mis brazos cruzados?
¿Quien es ese hombre y que hace en mi casa?
¿Por que viste mi piel y mis ojos?
¿Qué busca en el fondo de mi voz en el medio de este llanto?
Desde siempre fueron siendo unas tras otras, las agujas, los puñales del reloj.
¿Quien es ese hombre y que hace en mi casa?
¿Por que viste mi piel y mis ojos?
Que canta sonriendo, parece ser alguno de mis pocos recuerdos buenos.
¿Por qué desata el lazo de mis pies y me pide que me anime a buscarlo?
El monstruo que odio ver, vuelve diciendo, cada mañana al nacer…
No más oculto, no más oculto, no más oculto.
Canción fantasma:
Miro entre la luz, soy alguien ahí.
Miro entre la luz... soy alguien ahí.
Ponte en mi ser, vuelve a pasar sobre mi cuerpo, húndete de mí.
Del decir, sabio y amado es, quien descubre su camino en calma.
En calma, estrella de la luz, a tus pies he llegado hasta ti.
Encuentro el agua:
Tengo que transmitir un gesto en el agua que se extienda y viaje hasta ti.
Que eterno es el sentido de mis orillas, y es el encuentro, el arribo al fin.
Alguien dejó París, otro Buenos Aires, en todos los brazos, los hijos se acunan así. Sin distancias en el alma, sin distancias en el agua.
Mirada albática:
Es quizás es principio lo más notable de tu mirada, la instancia anterior al foco, el intenso sentido de tu interés. Las raíces que tu ser desplazan ante mí, un hermoso espacio para que yo habite.
Las raíces...
La mañana, la ventana, el sonido, el destino de mi voz al despertar simplemente.
Dragones:
No temas de esos dragones que hablan sabiamente a tus espaldas. Si no lo sabes es porque son tus ojos una joven chispa. Observa la forma y el filoso susurro que los desplaza. Eso, deja entrar el aire alimenta y suelta. Lo que aprehendiste apenas llegaste ¿acaso lo olvidaste? ¡El aire enciende el fuego!
Tigre de Buenos Aires:
Reposando bajo una sombra que se extiende sobre su lomo, entrecierra los ojos.
El sol entibia con brillos puros, la hierba crece en dirección a esa fuente, que invita a los terrestres para abrazarla. Bajo ella, el agua.
Aguardando entre los pastizales escuchaba siempre el rugir del agua, incesante.
Y hay cosas que uno comprende, el agua es superior al tigre, él acepta de una manera sencilla, el sentido en que se presenta ante el rumbo.
Con la voz en las olas, en el viento, se oía, vente al mar. Con la voz de los peces a través del rió. Miro la sudestada, como crece el tigre en el agua, escuché decir que a poco, se va hundiendo en las inmensidades. (Escuché decir) Al mar...
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